viernes, 15 de diciembre de 2023

En Dubái no forestan

 


La Conferencia de las Naciones Unidad sobre el Cambio Climático, celebrada recientemente en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, ha resultado ser una enorme, costosa y ridícula pantomima. Allí se han juntado docenas de miles de gerifaltes de todos los países, llegados en sus jets privados, así como otros muchos activista-funcionarios, trepas de variada naturaleza, guardaespaldas, prostitutas, traficantes de drogas y muchos más parásitos de toda laya y ralea, por lo cual, como se ha dicho irónicamente, ha sido la cumbre del clima “con la mayor huella de carbono de la historia”.

 Todo ello para firmar un documento que, en puridad, a nada compromete a nadie, pues vagamente anuncia que “la transición energética” culminará en el año 2050, cuando cese completamente el uso del petróleo, el gas y el carbón como combustibles, fecha en que toda la energía (¡sic!) procederá de las renovables… Eso lo han firmado los Emiratos Árabes Unidos que, año tras año, incrementa sus ventas de petróleo, Arabia Saudita, que carece de otra fuente de recursos, por lo que está obligada a expandir su producción, y demás tiburones de la ultra capitalista OPEP. Claro que éstos han protestado un poquito por lo “excesivo” de la formulación, mientras que los prebostes de la Unión Europea, siempre moralistas, les han abroncado, sólo un poquito también, para organizar la adecuada representación teatral.

Las gentes, por todo el planeta, están preocupadas, e incluso muy preocupadas, por las anomalías climáticas y necesitan que se las proporcione alguna esperanza de que existe solución. Ese ha sido el primer objetivo de la Conferencia, vender confianza y esperanza a precio de saldo, argüir que todo se va a enderezar sin que se tenga que hacer gran cosa, practicamente nada, pues el acuerdo final ha sido elaborado para ser ignorado en la práctica por unos y por otros. Y otras propuestas, la de forestar masivamente, por ejemplo, no las admiten.

A los países fascistas musulmanes, islamofascistas, el haber actuado de anfitriones les viene muy bien, pues su prestigio y credibilidad internacional está a la baja, debido a que cada día se va conociendo mejor su naturaleza totalitaria, liberticida y criminal. Desde lo del Estado Islámico de Irak y Siria (2013-2018), que fue un despliegue espantoso de brutalidad, sadismo y horror, resultante de la aplicación estricta del Corán, por todo el mundo han ido creciendo las protestas, denuncias y resistencias contra lo que son y la ideología que les guía. Muy recientemente, en noviembre de 2023, el pueblo de Dublín se ha levantado en enorme y épica insurrección contra los crímenes de los musulmanes fascistas llegados a Europa con la emigración. Así que la Conferencia ha sido para ellos un taimado lavado de cara, un obsceno otorgamiento de respetabilidad.

Para los demás países, y muy particularmente para la Unión Europea, tal es, sencillamente, una vergüenza. Han estado en Dubái codeándose con dictadores ensangrentados, que nos respetan jamás “los derechos humanos”, cuyos regímenes políticos son fascismo teocrático puro y duro, que en nada importante se diferencian del régimen de Franco (1939-1976), o del nazismo. Sin libertades, sin garantías procesales, sin libertad de expresión, con mano de obra esclava, con preterición feroz de las mujeres, sin libertad de opción sexual, con persecución y asesinato de no creyentes, agnósticos y ateos, etc., etc., etc.

Pero regresemos a los problemas climáticos y medioambientales.

Aunque se lograse la “descarbonización” en 2050, eso no atajaría el caos climático, que está devastando el planeta y poniendo en peligro a la totalidad de las especies vivas que lo habitan, en particular a la especie humana. Porque no está probado, más bien al contrario, que sea el dióxido de carbono, o gas creador del pretendido efecto invernadero, la causa del mal.

El origen del calentamiento, de las sequías, del avance de los desiertos, de las inundaciones que todo lo devastan, de las temperaturas veraniegas en pleno mes de diciembre, etc., es la deforestación masiva, colosal, creciente, que resulta de la agricultura industrial, cuya finalidad es abastecer de alimentos a las grandes megalópolis del actual sistema megacapitalista y ultraestatizado. La revolución agrícola impuesta en los años 50 a 70 del pasado siglo es la causante. Esa es la culpable, sobre la base de las muchas atrocidades anteriormente ya realizadas, por ejemplo, la descomunal deforestación que ocasionó la desamortización (privatización) de los comunales en el siglo XIX por el Estado español liberal[1].

Sin revertir todo ello, sin retornar a una agricultura natural, vaciar las ciudades para repoblar los campos, dejar de usar herbicidas y otros fitotóxicos y reforestar masivamente, haciendo que por todas partes haya bosques, árboles, arbustos, hierbas, prados, verdor, agua, frescor, temperaturas equilibradas invierno/verano y día/noche, los problemas que padecemos, tan graves, no tienen solución. No, no la tiene.

Así pues, lograda, supongamos, la “descarbonización” en 2050 eso será irrelevante para el clima. De manera que la crisis climática continuaría. Es más, se agravaría, pues la enorme cantidad de tierras dedicadas a renovables, aerogeneradores y placas solares, será también superficie terrestre vacía o semivacía de arbolado, teniendo en cuenta además la toxicidad de unos y otras. Ello empeorará los problemas, no los resolverá.

El remedio no está en buscar con qué nutrir la fáustica avidez de energía del sistema estatal-capitalista actual, sustituyendo los combustibles fósiles por las energías renovables, sino en reducir radicalmente la necesidad de energía y su uso. Con un 10%-20% de la que ahora se consume, basta y sobra. No más. Ese es el remedio, rebajar el consumo, no escudriñar y habilitar nuevas fuentes energéticas. Claro que el avance del militarismo, por la marcha hacia una nueva guerra mundial interimperialista China-EEUU, hace eso inviable… salvo si nos alzamos en revolución contra aquél.

En concreto, la Unión Europea se propone llenar Europa de renovables no para “descarbonizar” sino para alcanzar un elevado grado de autonomía energética, a fin de estar en una posición más favorable en su pugna imperialista con el imperio ruso, y también con China. Todo es geoestrategia, y nada, o apenas nada, en ecología. La Unión Europea está constituyendo su ejército propio, el Eurogrupo, que tiene ya unos 80.000 soldados, y el supuesto paso a las “energías limpias” es su complemento.

Así pues, lo único acertado es lo que propone y realiza el Proyecto Arrendajo, la movilización de la sociedad civil popular para forestar, en concreto para recoger y sembrar bellotas de los cinco tipos de quercus que existen en la península ibérica, encinas, quejigos, alcornoques, robles y coscojas. Ello en el contexto de un avanza hacia un gran proyecto revolucionario que elimine la causa principal del mal, la existencia de las ciudades y, con ello, la necesidad de ser abastecidas con un tipo de agricultura, industrial y a escala colosal, que es medioambientalmente destructiva[2].

Porque sin árboles y sin bosques es sin lluvias, sin frescor, sin clima equilibrado, sin agua, sin flora, sin fauna. Puro desierto, el final de la vida en la tierra.

Las y los pícaros que se han tomado unas super consumistas y muy contaminantes vacaciones gratis en Dubái, a las que han llamado pomposamente Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático, no han plantado árboles. Ni lo hacen ni lo van a hacer, y ni siquiera proponen que se haga. Ellos no están para eso, para trabajar con sus manos, son unos golfos que viven del cuento, del blablablá medioambiental y ecológico. Pero nosotros y nosotras si lo hacemos. Con el frio, con la lluvia o la nieve, pisando el barro o la escarcha, no importa en qué condiciones, pagándolo todo de nuestro bolsillo, salimos a coger bellotas y luego a sembrarlas. Y eso un año y otro y otro.

Pero, atención, los problemas medioambientales y climáticos ya han entrado en una fase de máximos. Las anomalías ya están afectando a las cosechas, reduciéndolas, lo que se pone de manifiesta en la subida del precio de los alimentos básicos. Por ejemplo, el del aceite de oliva. La PAC (Política Agraria Común) de la UE, lleva decenios subsidiando el poner olivos, favoreciendo la extensión del monocultivo olivarero, de manera desmesurada e irracional. Eso se ha efectuado a expensas del bosque natural mediterráneo, lo que ha ocasionado un descuaje enorme de encinas, alcornoques, quejigos y coscojas, así como del monte bajo, arbustos y hierbas. Tal ha producido cambios climáticos aciagos, veranos muy tórridos y largos, primaveras secas, lluvias menores y además torrenciales, vientos huracanados bastante a menudo, que resecan los campos, etc., de manera que los rendimientos del olivar han comenzado a caer, también por la lunática manera de laborearlo que impone el sistema de monocultivo, incluida la chaladura de regarlo de forma inmisericorde con herbicidas[3]. Las consecuencias están a la vista, los precios por las nubes. Algo parecido está sucediendo con el almendro, el pistacho, el cereal, las hortalizas, etc.

En resumen, las anomalías climáticas empiezan a manifestarse como escasez, no sólo de agua sino de los productos alimenticios básicos. Por eso la pirotecnia verbal de Dubái sólo nos ocasiona una mezcla de risa y rabia.

Bien, nosotros a lo nuestro, a forestar.

Félix Rodrigo Mora

luchayservicio@gmail.com



[1] Acerca de esta decisiva materia, mis obras “El Comunal” y “Derecho consuetudinario y democracia directa”.

[2] Para estudiar esto, recomiendo mi “Manual de la revolución integral”.

[3] Al respecto, mi libro “Naturaleza, ruralidad y civilización”.

domingo, 5 de noviembre de 2023

PROYECTO ARRENDAJO. Quinta Temporada, 2023-2024. LLAMAMIENTO

 


Entrado el otoño, llega el tiempo de las bellotas y del PROYECTO ARRENDAJO. Este año también, siendo su quinta temporada. Ésta durará lo que la presencia de bellotas maduras en los quercus, desde finales de octubre/principios de noviembre hasta finales de enero/principios de febrero.

Su esencia está en movilizar a la sociedad civil popular para reforestar la península Ibérica, de modo que cada persona recolecte 10 kilogramos de bellotas y luego las siembre allí donde mejor pueda, en tierras comunales si es posible, o en baldíos, pastizales poco o nada utilizados, plantaciones forestales (de pinos y otras coníferas, sobre todo), monte bajo ralo, lindes de caminos, etc. Esto es, lo mismo que hacen los arrendajos, esparcir bellotas por todas partes, de las cinco especies de quercus que tenemos, encina, roble, quejigo, alcornoque y coscoja. Todo eso realizado año tras año durante 20 años es el PROYECTO ARRENDAJO.

Pero hay más. Se necesita difundir la idea base de dicho PROYECTO y formar personas. Para ello es necesario efectuar mucho trabajo de concienciación, conferencias, charlas, videos, mensajes de wasap, etc., sin olvidar los Cursos sobre Forestación.

SE INCREMENTA LA DESERTIFICACIÓN Y EL CAOS CLIMATICO

Los últimos años están siendo muy preocupantes en lo pluvial, agrícola, silvícola y ambiental. Periodos enormes de sequía casi absoluta, con lluvias torrenciales que en un par de horas lanzan sobre un territorio hasta el 25% de las precipitaciones anuales allí, seguidas de 2-4 meses con cero lluvias. Calor horroroso muy por encima de la media habitual no sólo en verano sino en todo tiempo, incluido el invierno. Aire seco o muy seco, con una humedad relativa por debajo del 50% y a menudo incluso por debajo del 30%, lo que es catastrófico para la flora. Extensión de la sequía estival desde los 2 meses de antaño a los 5 meses actuales, con la práctica extinción de las tormentas veraniegas, imprescindibles para que prosperen las plántulas germinadas desde las bellotas y otras semillas silvestres. Olas de frio tremendas, nunca antes conocidas por las bajas temperaturas alcanzadas y por su duración, que tienen un efecto bastante negativo sobre la vegetación y los bosques. Vientos huracanados, vendavales, ciclones, inundaciones, riadas, que originan muertes y destrucción de infraestructuras, viviendas y otros bienes, con el correspondiente incremento en flecha de la erosión hídrica y eólica, que acelera todavía más la marcha hacia la esterilidad de las tierras agrícolas, hacia el desierto y el hambre masiva…

Y esto es todo el planeta, aunque más en la península Ibérica.

La escasez creciente de arbolado, por la expansión descontrolada de la agricultura industrial que abastece a las ciudades, las talas masivas, rotulaciones, reducción a pastizales productivistas y otras actividades arboricidas, es la causa última de todo ello. Los árboles regulan el clima del planeta y propician las lluvias, en particular las de calidad, sin sequías interminables ni torrencialidad devastadora, llenando los acuíferos, pero cuando su número ha descendido dramáticamente (en él no entran las plantaciones forestales, que crean pseudo-bosques, en nuestro país unos 10 millones de hectáreas), entonces el clima, sobre todo la pluviosidad y las temperaturas, se caotizan. Tales son los efectos de la “revolución verde”, ideada y organizada de los años 50 del siglo pasado desde EEUU, que instauró la agricultura industrial mecanizada y quimizada, con la destrucción masiva de los bosques y los montes, el uso intensivo de herbicidas, el régimen de monocultivo agrícola propio del gran capitalismo de la agroindustria, la concentración de la población en megalópolis cada día más disfuncionales, la alteración radical del ciclo natural del agua, etc.

Las consecuencias están a la vista, en todo el planeta. Reducción de las cosechas, lo que va cumpliendo el pronóstico anunciado por Paul Roberts en “El hambre que viene”. Grandes ciudades, cada vez más en todos los países, que padecen dificultades crecientes para abastecer de agua a sus habitantes, las cuales, en unos años, tendrán que ir siendo despobladas. Abandono de enormes extensiones de tierras hortícolas por agotamiento de los acuíferos o cuasi desaparición de los cursos de agua superficial abastecedores. Ríos antaño formidables hoy bastantes disminuidos de caudal, como el Amazonas en Sudamérica, el Colorado en Norteamérica, el Yangtzé en China, el Nilo en África, el Danubio en Europa, el Éufrates en Oriente Medio, etc. Bajada de la capa freática de 4-6 metros de profundidad en el interior de la península Ibérica hace un siglo a 100-150 metros hoy, lo que es dramático para la supervivencia del arbolado en los cada vez más largos y tórridos veranos, etc., etc.

Nos dijeron que la “revolución verde” o “revolución agrícola” de hace 70 años iba a crear un paraíso de abundancia, pero lo que ha resultado en verdad, tras los tres primeros decenios de aparente efectividad, es lo ahora observable. Nos aproximamos a un tiempo dramático de hambres e incluso hambrunas años tras año por el descenso en picado de los rendimientos agrícolas y ganaderos, a causa del caos y desorden del clima, así como de la decadencia de la fertilidad de las tierras y la falta de agua. Ahora ya estamos en una disminución global de un tercio en las cosechas, pero esto es sólo el principio.

LA EXPERIENCIA HISTÓRICA

Se ha dicho que el bosque antecede al arado y el desierto lo sigue, y nunca ha sido ese aserto tan verdadero como ahora.

Veamos algunos casos históricos y actuales. En Grecia, la emergencia de los Estados, la construcción de grandes ciudades, las roturaciones masivas y la construcción de grandes flotas de guerra, sobre todo para la Guerra del Peloponeso, llevaron a una tala y corta masiva del arbolado que alteró el clima, disminuyó el régimen de lluvias y convirtió la Hélade en un territorio de montañas peladas, agrias y estériles, y de llanuras degradadas a secarrales. El actual desierto del Sahara fue antaño un colosal espacio verde y fértil, lleno de agua y de fauna, pero las inmensas roturaciones efectuadas en el periodo romano, cuando el norte de África fue el granero de Roma, causaron un descomunal daño medioambiental, situación muy agravada por el islam tras su conquista de este territorio en el siglo VII, de donde ha emergido el actual desierto norteafricano.

El sureste de la península Ibérica fue arruinado por el imperialismo romano, que cortó su arbolado para cocer las ánforas en que era exportado el aceite de la Bética, tragedia medioambiental que el islam amplio y reafirmó, destruyendo buena parte de los bosques de encinas que existían aún en el sur de la península, para abastecer de leña y madera a entes poblacionales sociológica y ambientalmente aberrantes, como fue Córdoba en el siglo X y el resto de las grandes megalópolis andalusíes. Las ciudades romanas se fueron ahogando a causa de los anillos de deforestación constituidos para proporcionarlas leña y madera, lo que hacía que se fueran secando los manantiales y no pudieran ser abastecidas de agua, lo que contribuyó a su despoblación. Lo mismo exactamente tuvo lugar en las ciudades mayas, que para el siglo IX son abandonadas, en un clima de guerra civil entre las muy crueles elites gobernantes y el pueblo llano. La isla de Pascua se hundió demográfica y económicamente cuando sus habitantes cortaron hasta el último de los árboles que antaño la poblaban. La desamortización civil, con la apropiación matonil por el Estado español del comunal para su venta, ha sido la mayor catástrofe ambiental de la historia de la península Ibérica, resultando de ella una disminución perceptible del caudal de los ríos, lo que documentos del último tercio del siglo XIX manifiestan, así como importantes alteraciones en el clima.

El llamado desierto de Tabernas, en Almería, fue otrora una dehesa ahuecada de encinas, pero la explotación de minas de hierro en la zona por compañías inglesas, en la segunda mitad del siglo XIX, extrajo de ese territorio hasta un millón de encinas en muy poco tiempo, para abastecer de madera a dichas minas, de donde resultó una catástrofe climática, hídrica y edáfica que formó dicho desierto. Las Bárdenas, en Navarra, durante siglos fueron tierras comunales (los serviles dicen “reales”), es decir, pastizales con monte bajo y monte alto para la invernada de los rebaños que en verano pastaban en el Pirineo, pero con la desamortización del siglo XIX se fueron poniendo en cultivo, siendo roturadas, lo que ocasionó un vertiginoso declive de la calidad de sus suelos y un cambio climático comarcal devastador, formándose así el mayor desierto europeo.

El caudal de las aguas que llegaban a los canales del riego de la huerta de Valencia, en lo esencial edificados por los íberos, disminuyó de forma bien perceptible a finales del siglo XIX, lo que fue observado con preocupación por sus usuarios, debido a la deforestación que había padecido las serranías de Cuenca y Teruel con la desamortización, donde tienen el nacimiento y cabecera los ríos que los abastecen. El mar de Aral, la mayor acumulación de agua dulce del mundo hasta hace 50 años, ha sido casi desecado por la extracción de enormes cantidades de sus aguas para regar campos de cultivo de nueva creación, lo que se realizó en tiempos del ecocida régimen comunista en Rusia, atrocidad que ha hecho de él poco más que una charca de aguas salobres y contaminadas, sin ningún uso, alterándose muy a peor el clima de una enorme extensión territorial.

El franquismo, en los años 40 y 50 del pasado siglo, roturó y sembró inmensas extensiones de tierra de pastoreo, monte bajo y monte alto, para cultivarlas durante 3-4 años y luego abandonarlas deforestadas y agotadas. En esos años hizo otra barrabasada más, la desecación de numerosos humedales, lagunas, lavajos y charcones, lo que contribuyó a alterar a la baja el tan delicado como decisivo mecanismo de la humedad relativa del aire. Una tercera tropelía del régimen de Franco fue poner pinos en unos 3,5 millones de hectáreas, lo que contribuyó a trastornar tanto las condiciones climáticas como el régimen de precipitaciones y la calidad de los suelos.

La barbárica corta de árboles que está padeciendo la cuenca del Amazonas desde 1980, sobre todo para establecer pastizales y cultivos de maíz transgénico que abastezcan de carne barata a las grandes compañías transnacionales yankis de comida basura, ha provocado un cataclismo hídrico y climático en su subcontinente, de donde el río más caudaloso del mundo ya no es lo que era.

En EEUU, el decisivo rio Colorado, que origina una riqueza de 1,4 billones de dólares anuales en su cuenca, se halla en trance de dejar de correr, de secarse. Algo similar está ocurriendo con el Níger y el Nilo en África central, que a menudo ya no pueden ser navegados por la enorme disminución de la altura de sus aguas, y con el rio Yangtzé en China, antes citado, hoy no practicable en inmensos tramos, cuando hasta hace poco era una vía de comunicación y de comercio decisiva para la China del interior, siendo los casos citados sólo una parte reducida de lo que está sucediendo, como expone un texto de título “De China a EEUU: los ríos de todo el mundo se están secando”. El establecimiento de los grandes centros de la industria tecnológicamente puntera, como Silicon Walley, que trabaja principalmente para el ejército USA, ha agravado la situación, pues dicha industria consume cantidades descomunales de líquido elemento. Los cursos de agua peninsulares conservan la impronta del cambio hídrico a peor acaecido, pues cuando se erigieron las grandes presas que los sangran y ahogan, en los años 1950 a 1980, se les calculó vasos de acumulación de acuerdo a los datos reales (no los amañados sobre aquella época, que ofrecen ahora las estadísticas oficiales) de pluviosidad a principios del siglo XX, pero en la actualidad muchas de esas presas no logran llenar tales vasos ni al 10% de su capacidad. De hecho, los embalses de cabecera de Tajo, Entrepeñas, Buendía, etc., son ahora poco más que grandes charcones de barro y cieno, lo que prueba que para finales del siglo XIX y principios del XX, todavía sobrevivía un denso arbolado autóctono. Hoy ya no. Entonces había agua en abundancia, hoy poca, y cada vez menos. En la terrible sequia de 1992-1995, el ayuntamiento de Sevilla elaboró con carácter de urgencia un plan para el abandono de la ciudad al no poder suministrar agua a su vecindario por agotamiento absoluto de los embalses abastecedores.

Los daños medioambientales de dicha sequía, terribles y muy extensos, son todavía visibles, siendo una severa advertencia que nadie escuchó. El estudio de las causas de los años de malas cosechas entre el siglo XVI y principios del XX muestra que en la gran mayoría de los casos el motivo fue el exceso de lluvias y nieves, además de heladas tardías, mientras que la sequía solo se dio en una reducida minoría de ellos. Esto señala a la terrorífica deforestación que ocasionó el expolio del comunal en el siglo XIX como principal causa agente del cambio climático en la Península Ibérica. En definitiva, sostener que es indiferente para el clima y la pluviosidad que aquélla esté cubierta de árboles, como en el siglo XV, o convertida en un semi desierto, tal como aparece en el presente, es al mismo tiempo una estupidez, una perversión y una maldad.

El problema del agua se ha convertido en cuestión decisiva, vital, para la supervivencia de la humanidad, y en causa primera del abandono forzoso de las ciudades a medio plazo. Y sólo puede resolverse por medio de una forestación inmensa, colosal. Esto demanda un cambio revolucionario en el modelo de sociedad: vaciar las ciudades, ir a vivir al campo, sustituir la agricultura capitalista actual por otra de naturaleza comunal, elimina el uso de herbicidas y pesticidas, cambiar el ciclo del agua en las ciudades, que convierte el agua dulce de los ríos en agua salada del mar, por el ciclo del agua en el campo, que preserva el agua dulce como tal, y, sobre todo forestar, forestar, forestar, en lo que es ya una carrera contra reloj…

Como ejemplo positivo hay que citar lo realizado en alguna área semi desértica de Australia, donde una enérgica, inteligente y masiva forestación con árboles y arbustos, unida a la incorporación de ganados en extensivo, ha modificado a mejor el clima, multiplicado las precipitaciones y mejorado la calidad de éstas, de donde ha resultado que los manantiales y arroyos han vuelto a correr y a tener agua. Eso debe hacerse en todas partes, en todo el planeta.

Las ciudades se pueden abandonar ordenadamente y de forma voluntaria, antes de que se vuelvan del todo invivibles. Ya sucedió en Roma a partir de finales del siglo II, por causas muy parecidas a las actuales. Pero también puede tener lugar el abandono en condiciones dramáticas, cuando ya todos vean las orejas al lobo. La teoría de las catástrofes de Rene Thom arguye que, en la realidad, el cambio no es ni ordenado ni indoloro sino angustioso y terrorífico.

Una versión amable, evolutiva, de todo proceso histórico y del futuro es irreal, describe lo que nunca ha sucedido y lo que nunca va a suceder. Los factores que irán arrojando a la gente fuera de las megalópolis son la reducción de la llegada de alimentos, el encarecimiento de estos, la escasez de agua y las temperaturas terribles de los veranos, extendidas a varios meses más. Ciertamente, en el clímax de la crisis, los poderes estatales prohibirán la salida de las ciudades, porque necesitan mano de obra para el funcionamiento de las instituciones y de la gran empresa capitalista. Quienes están persuadidos de la perennidad e invulnerabilidad del sistema actual, por su “formidable” tecnología (inteligencia artificial, robótica, etc.) y por otras cuestiones están a punto de sufrir un gran chasco, de comprobar que el orden vigente es un gigante con los pies de barro, debido precisamente a su naturaleza de hiper dictadura total y global, apropiada en consecuencia para perpetrar todo tipo de aberraciones, entre ellas las que ha efectuado con los bosques y la agricultura.

LOS ENEMIGOS DE LA FORESTACIÓN MASIVA

Cuando se pregunta a gente mayor, muy inteligente y muy observadora, del mundo rural por los años en que el clima comenzó a “volverse loco”, lo sitúan en una horquilla que va desde 1968 a 1980. Añaden la apostilla que entonces comenzó el proceso, el cual ha ido luego empeorando. Esos años son exactamente los inmediatamente posteriores al inicio de la “revolución agrícola” en nuestro país, la cual tiene como iniciación expansiva vertiginosa el periodo 1955-1965, bajo la dictadura franquista. A partir de esos años, exponen los sabios rurales, fue lloviendo menos y peor, las nieves menguaban, los veranos se iban tornando más calurosos, muchos refranes agrícolas referidos a fechas y actividades de cultivo tendían a perder validez, los arroyos menguaban su caudal, etc. 

La cosa está clara. Pero el sistema de poder mundial no puede admitir que la causa de la hecatombe climática e hídrica sea la agricultura industrial, la deforestación y las ciudades, pues eso cuestiona algunos de los elementos básicos decisivos de su régimen de poder. Así pues, ha ido inventando falsas explicaciones, a modo de cortina de humo.

Una es el “cambio climático por el efecto invernadero”, según el cual es el gas dióxido de carbono emitido por la industria, los transportes, etc., lo que perturba el enfriamiento natural del planeta. Hay que “descarbonizar”, hasta culminar todo ello en la religión de la descarbonización, usar “energías renovables” de manera principal, rehabilitar la energía nuclear y así sucesivamente. Pero la argumentación básica, que el porcentaje actual dióxido de carbono constituye un efecto invernadero, nunca ha sido probada experiencialmente, pues se basa en proyecciones y cálculos por ordenados y nada más.

Es cierto que la proporción de dióxido de carbono en la atmósfera se ha incrementado, pero de un modo limitado, insuficiente para producir ningún resultado perceptible sobre el clima o sobre cualquier otro asunto. Los partidarios de todo esto sitúan el “calentamiento global” en la revolución industrial, fijando fecha para el inicio de esta última con anterioridad a 1850, cuando ya era activa en varios países. Desde entonces, aducen han sido lanzadas tan enormes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera por la industria y los transportes que eso lo explica todo. Pero, si la tierra lleva sobre si una envoltura de dióxido de carbono que la impide liberarse de buena parte del calor que la llega del sol, ¿cómo es posible que entre 1900 y 1955, aproximadamente, se diera una pequeña era glacial, con inviernos terribles, mucha nieve, veranos frescos, numerosas precipitaciones, etc.?, y, ¿por qué los años 50 del siglo pasado fueron particularmente lluviosos y húmedos?

Para “descarbonizar” han llenado el paisaje rural de aerogeneradores, funestos ambientalmente y tóxicos, y placas solares, aún más ecocidas, más tóxicas y además devoradoras de enormes cantidades de agua. Unos y otros suelen colocarse sobre tierras comunales, fraudulentamente apropiadas por los ayuntamientos y otros entes institucionales, de manera que al mismo tiempo destruyen el comunal y destruyen el medioambiente. Parlotean de “descarbonizar” evitando los largos recorridos en el transporte de mercancías, pero el capitalismo, con su principio de la ventaja comparativa y la especialización, cada vez se hace más consumidor de energía y más emisor de dióxido de carbono, trayendo cebollas de Sudáfrica, frutas de Chile, verduras de Perú, zanahorias de Italia, vino de Australia, etc., etc., etc., productos todos ellos que deberían cosecharse a 20 kilómetros como mucho de donde esté el consumidor. Las grandes empresas capitalistas industriales acarrean sus componentes y materias primas de lugares cada vez más alejados, a miles de kilómetros, lo que consume una cantidad enorme de derivados del petróleo y origina más dióxido de carbono. Así pues, la religión de la descarbonización resulta ser un fraude, palabrería que algunos predican y no practican. Como saben que es un mero pretexto propagandístico, un embuste conveniente, que ellos no se creen, ¿por qué van a hacerlo?

El poder necesita un subterfugio comunicativo para quebrar la resistencia popular, muy fuerte, a las energías renovables ecocidas, y por eso acude a la historieta de la descarbonización. La Unión Europea, en tanto que potencia imperialista que aspira a la hegemonía mundial en un tiempo de tensiones bélicas crecientes, anhela lograr un grado mucho mayor de autonomía energética, para lo que pone el acento en “las renovables”, pero esto nada tiene que ver con frenar el “cambio climático” …

Es un dato decisivo que los “descarbonizadores” se nieguen a forestar de facto. Esto no es lo suyo, al parecer. Pero tal cuestión les desenmascara, asimismo, pues conforme a sus teorética, el objetivo no puede ser simplemente evitar emitir más dióxido de carbono sino además hacer bajar la proporción que éste tiene ya en la atmósfera. Eso sólo puede hacerse expansionando la cubierta vegetal del planeta, pues la flora, los árboles en primer lugar, es “devoradora” de ese gas, que lo utiliza en su nutrición. Luego, si lo que exponen fuera consistente y serio, no una narración engañosa, serían los primeros en forestar, pues no hay otra manera de bajar el porcentaje del citado dióxido... Que no lo hagan les pone en evidencia como farsantes e inmorales.

La doctrina sobre la descarbonización es hecha suya por los aparatos estatales, la UE y el gran capitalismo, por la izquierda en sus dos alas, socialdemócrata y estalinista (fascista), y por todo el movimiento ecologista, mera tropa de ecofuncionarios subsidiados por el Ministerio para la Transición Ecológica. Pero dicha doctrina ha ido perdiendo credibilidad y partidarios, ya no es seguido con el fervor de hace unos años, de manera que muy recientemente ha surgido una nueva teorética mendaz, opuesta igualmente a la forestación, que es la de las estelas de los aviones.

Es cierto que existe la geoingeniera, dirigida a propiciar lluvias y también a impedirlas, que se desea utilizar como arma. En la guerra Vietnam se arrojaron por los EEUU cientos de miles de toneladas de sustancias dirigidas a evitar las lluvias (la más famosa fue el agente naranja) para dañar la economía agraria del Vietcong y devastar sus bosques, con muy pobres efectos, pues a pesar de las colosales cantidades esparcidas, sus efectos en el resultado final de la contienda fueron practicamente nulos, siendo EEUU el combatiente perdedor. Ahora los creyentes en lo pérfido y conspiratorio de las estelas arguyen que basta con unas avionetas lanzando unos cuantos cientos de kilos para que el clima de todo un país entre en una crisis descomunal y, al parecer, también irreversible. Esto es imposible de creer, pues lo que se logra realmente con esta actividad es, como mucho, introducir modificaciones puntuales, mínimas y transitorias, pero nada más.

Llama la atención la naturaleza irracional y disparatada de la formulación. Ahora numerosas grandes empresas transnacionales, bancos, fondos de inversión, fondos de pensiones, compañías punteras del agronegocio mundial, etc. están comprando muchísimas tierras en España, para constituir grandes explotaciones agrarias y ganaderas, enormes latifundios, con miles y miles de hectáreas cada uno. De ser cierto lo de las estelas, ¿por qué aquéllas lo hacen, por qué compran, si la supuesta actividad de los aviones va a arrasar la península? E incluso, ¿por qué admiten las compañías capitalistas ya establecidas en el agro que tal acción les esté produciendo pérdidas cuantiosas, de un tercio anual de la cosecha, algo así como unos 30.000 millones de euros anuales? Dado que es mucho lo que pierden, ¿por qué no denuncian, por qué no lo impiden, pues sus propietarios son personalidades decisivas, con un poder económico y no económico inmenso. Más aún, la industria turística, cardinal en nuestro país, depende del agua y de los alimentos, de modo que los aviones formadores de estelas, supuestamente, van a hacer perder decenas de miles de millones a los grandes empresarios del sector y arruinar a España…. Increíble, y además estúpido.

Y, en China ¿también las estelas están devastando el rio Yangtzé, que es vital para la economía de ese país, y, ¿ello es un absurdo acto de masoquismo de los chinos, o es una agresión de una potencia enemiga? No se entrará en los billones de toneladas de productos distorsionadores del clima que son precisos, ni en la flota colosal de aviones, más de los existentes en todo el mundo, necesaria para efectuarlo, ni en los costes inmensos que la operación demanda…

Los conspiracionistas pro estelas reducen la cosa a lo que sucede en su ciudad y comarca, pero el fenómeno es mundial, planetario, está sucediendo en todas partes. Por ejemplo, la desecación de la cuenca del rio Colorado en EEUU, ya citada, que es al mismo tiempo una catástrofe económica, y que debe ampliarse al colapso creciente de la agricultura en todo el suroeste de ese país, por agotamiento de los acuíferos, desaparición de ríos y arroyos, escasez de lluvias y salinización de las tierras hortícolas, ¿es debida también a las estelas?

Pero, ¿quién lo hace? Si son aviones, la responsabilidad es de las fuerzas aéreas de cada país, del ejército, que controla absolutamente el espacio aéreo. Por tanto, los conspiracionistas deberían marcarse como uno de sus blancos de ataque el ejército, organizando concentraciones combativas ante los aeropuertos de donde, según ellos, salen las aeronaves fumigadoras… Pero no, pues ellos son sujetos de extrema derecha, más bien neonazis, que adoran a los militares, es más, que están al servicio de ellos. Así pues, van dejando entrever paso a paso que quienes hacen lo de “echar mierda” (esta es su expresión favorita) desde aviones son… “los judíos”. Hasta este nivel de estupidez y maldad llegan. Así contribuyen a la constitución de un nuevo partido neonazi en España, al servicio de los militares y del gran capitalismo, un partido de matones y dementes, para sembrar el terror entre las clases populares y los revolucionarios.

Toda esta grotesca historieta es una creación de la extrema derecha fascista del partido republicano yanki y de la CIA. Su principal propagador es Dane Wigington, que admite haber sido de la CIA pero que, en el presente, asevera no serlo ya…, teniendo aquí, en el país, una lamentable corte de serviles discípulos, gente de una ignorancia y una credulidad descomunales. Con ello, salvan de toda responsabilidad a la agricultura industrial, la deforestación y la concentración de la población en las ciudades, al gran capitalismo y a la estructura más básica de los entes estatales. De eso se trata. Y, por supuesto, los conspiracionistas neonazis pro estelas tampoco forestan, tampoco siembran bellotas, tampoco plantan árboles, también boicotean el Proyecto Arrendajo. Todo posee su lógica interna.

CONCLUSIÓN

A medida que la catástrofe agrícola, hídrica y medioambiental que está ocasionando el gran capitalismo se vaya manifestando, surgirán más teorías para hacer de cortinas de humo, pues lo que está en riesgo es la existencia misma de la humanidad, por lo que está sucediendo es un acicate importante en pro de la revolución integral. Hay que refutarlas, desmontarlas, denunciarlas, a ellas y a quienes las propagan. Pero sobre todo hay que sembrar bellotas y difundir todo lo posible, y por todos los medios, el ideario y programa del Proyecto Arrendajo

Félix Rodrigo Mora

 

Nota. Para la mejor comprensión de lo aquí expuesto es recomendable el libro “Naturaleza,ruralidad y civilización”, en el apartado “Los montes arbolados, el régimen de lluvias y la fertilidad de las tierras”. También, “¿Revolución integral o decrecimiento?”. Preguntar por ellos en luchayservicio arroba gmail punto com. Para la crítica global del conspiracionismo neonazi está el libro “El conspiracionismo, la extrema derecha y el Estado”. 

martes, 17 de octubre de 2023

Proyecto Arrendajo temporada 2023-2024



El Proyecto Arrendajo es una iniciativa popular que pretende que miles de personas de a pie, individualmente o en grupo, recojamos y plantemos cada una alrededor de 10 kg de bellotas de Quercus (encina, coscoja, quejigo, alcornoque y roble) durante la temporada que va desde finales de octubre hasta enero o febrero con una perspectiva a 20 años vista. Son millones los árboles y arbustos autóctonos que son necesarios plantar en la península para revertir la destrucción medioambiental actual.

La recuperación de nuestros bosques autóctonos conlleva:

● Revertir el camino a la desertificación de la península ibérica, Baleares y Canarias(1) ocasionada por las talas masivas de carácter institucional y empresarial y por la extensión de la agricultura industrial.
● Reducir el CO2 porque los árboles fijan el carbono.
● Propagar la biodiversidad, aves, mamíferos, anfibios, insectos.
● Mejorar el clima con el aumento y calidad de las lluvias y el equilibrio de las temperaturas.
● Incrementar la fertilidad de los suelos con toneladas de hojarasca y leña en descomposición que los bosques generan naturalmente y sin la erosión de los suelos con un arbolado que impide que las tormentas torrenciales arrastren toneladas de tierra fértil.
● Reactivar el mundo rural, su actividad productiva y los usos tradicionales de los montes que impedían los incendios devastadores actuales.

Desde el Proyecto Arrendajo 2023-2024 (ya en su quinta temporada), seguimos invitando a quienes venís participando en el mismo y a quienes se incorporan por primera vez a:

● Tejer una red de equipos para la recogida y siembra de bellota.
● Intercambiar información y profundizar los conocimientos (como, por ejemplo, aprender a reconocer una amplia variedad de plantas y sus utilidades tanto alimentarias como medicinales).
● Incorporar la bellota en la alimentación.
● Atender a otros árboles autóctonos y arbustos con la intención de introducirlos en próximas reforestaciones.
● Reconocer y poner en valor el Comunal (tierras, montes y bienes productivos trabajados en
común y que aún existen en la actualidad por todo el estado, sobre todo en Álava, Navarra…).

Os pedimos que difundáis esta información a través de Facebook, WhatsApp, Telegram, Youtube, correo electrónico, Tiktok, y se lo contéis a vuestros allegados, a las Ampas, radios y prensa local o cualquier medio de comunicación, y divulgar todas las salidas que hagáis recolectando y sembrando bellotas y plantando árboles.

Nos unimos a la movilización popular contra la destrucción de bosques y zonas rurales con la implantación masiva de aerogeneradores y fotovoltaicas en toda la península, tras la apropiación de terrenos comunales por parte de las instituciones, a favor de las grandes empresas y bajo el paraguas de la Unión Europea. El triunfo de ese devastador plan producirá una situación de destrucción masiva de cientos de miles de hectáreas incompatible con la vida humana digna de ser así llamada, además de la animal y vegetal.

¡OS ANIMAMOS A INCORPORAROS AL PROYECTO ARRENDAJO DE REFORESTACIÓN DE NUESTROS BOSQUES CON ROBLES, ENCINAS Y ALCORNOQUES!

ASOCIACIÓN DEL COMÚN
https://www.asociaciondelcomun.org/
asocdelcomun@gmail.com

OCTUBRE 2023

(1) En Canarias, donde la crisis climática está siendo brutal, con incendios devastadores que duran meses, las condiciones y el programa del Proyecto Arrendajo tienen que ser elaboradas a partir de sus características climáticas y de flora, que son bastante diferenteså a las de la Europa mediterránea. Esta tarea queda por hacer.

viernes, 26 de mayo de 2023

Restaurando la naturaleza, la comunidad y la fuerza rural

Cartel para ponerlo por los pueblos y aldeas. Buscamos hacer un acto informativo y reflexivo que acabe en unas jornadas en común en los pueblos y aldeas que muestren interés. La idea es que cuando llegue la época de la bellota podamos realizar acciones de reforestación como Proyecto Arrendajo en los montes más óptimos para ello.



viernes, 5 de mayo de 2023

Acción Social: “PROYECTO ARRENDAJO, Persona a Persona, Bellota A Bellota.”

 


Entrevistamos a Paloma Rozas, senderista y activista en el Proyecto Arrendajo y nos habla de las personas que, como ella, recogen bellotas en grupo o de forma solitaria, las selecciona y almacena para a posteriori sembrarlas en zonas baldías para repoblar con árboles autóctonos como Encinas, Robles, Quejigos, Quercus en general y no Pinos y Eucaliptos que arden como gasolina, como hemos observado en los últimos incendios.
Los árboles autóctonos resisten y se recuperan mejor del fuego pero no son un negocio. Pronto ya ni comeremos jamón de bellota, entonces si que se preocuparán.
Recuperación del mundo rural y la naturaleza, ambos abandonados por intereses económicos.