martes, 22 de octubre de 2024

GUÍA DEL PROYECTO ARRENDAJO

 

Guía del PROYECTO ARRENDAJO
Asociación del Común 

     El objetivo del PROYECTO ARRENDAJO es promover la forestación de la península Ibérica con especies autóctonas por medio de la iniciativa, el compromiso, el esfuerzo y la creatividad popular, individual y colectiva. Se concentra en los quercus (encinas, robles, quejigos, alcornoques y coscojas), por lo que cada año, cuando llega el otoño y maduran sus frutos, que son sus semillas, llama a recoger bellotas y a sembrarlas. No olvida al resto del arbolado autóctono, por lo que promueve otras especies de árboles y arbustos, el sauco, etc.

               Su meta es propiciar un gran avance en la forestación del país, actuando durante veinte años. La primera campaña de siembra de bellotas fue en la temporada 2019-2020, siendo los meses de noviembre, diciembre y enero, en los que hay bellotas, aquellos en que el PROYECTO ARRENDAJO concentra su actividad.

 

                              Lo que está sucediendo

               La deforestación alcanza ya proporciones bastante preocupantes en todo el planeta. El Amazonas, las grandes islas del sur de Asia, Borneo en especial, el centro de África y otros territorios decisivos para la continuidad del régimen climático e hídrico en todo el planeta están viendo menguar aceleradamente su cubierta arbórea. Lo mismo ocurre en las áreas templadas, como es el caso de Europa, donde la expansión de la agricultura y la urbanización hiperactiva reducen a su mínima expresión los bosques autóctonos.  

Como consecuencia, está gravemente dañada la red de “ríos de vapor”, o “ríos voladores”, que circulan por la alta atmósfera, provenientes del vapor de agua que segregan por las hojas los árboles de los bosques. Aquéllos son básicos en la regulación del clima planetario. Pocos bosques equivale a poca evapotranspiración, lo que lleva a una caída dramática de la cantidad de vapor de agua en la atmósfera. Esto origina sequías devastadoras y duraderas olas de calor de gran intensidad.

La causa principal de tales anomalías es, en efecto, la ampliación de la agricultura grancapitalista mecanizada y quimizada, el acrecentamiento de las grandes ciudades y sus descomunales áreas periurbanas y conurbanas, las nuevas explotaciones mineras y petrolíferas, los deletéreos campos de aerogeneradores y placas solares, los pastizales post bosque para el ganado que abastece a los establecimientos de comida rápida, los cultivos forestales de eucaliptos y pinos, los enormes campos de tiro y maniobras de los ejércitos, la funesta industria del ocio y el turismo, las grandes infraestructuras y otros factores causales.

Todo ello sumado está dejando sin arbolado y sin bosques al planeta. Tal es la verdadera causa del llamado “cambio climático”, o “calentamiento global”. El problema es muchísimo más que el aumento de las temperaturas, pues engloba una suma interrelacionada de graves disfunciones y complicaciones.

Tales son las sequías de años de duración, la desaparición por desecación  de ríos y arroyos así como de lagos y lagunas, las inundaciones catastróficas, las devastadoras oleadas de calor, el descenso continuado de la capa freática y el vaciamiento de acuíferos, los huracanes más calamitosos con enormes perjuicios materiales y numerosas víctimas, las arrasadoras tormentas de hielo y nieve, la desertificación y erosión de los suelos con pérdida creciente de materia orgánica y declive de su fertilidad natural, el pardeamiento de los árboles y el incremento de los que enferman y mueren por la combinación de las anomalías citadas, el progresivo quebranto de la capacidad germinativa de los frutos y semillas de árboles y arbustos, la reducción de la fauna y la flora por desaparición de especies y mengua del número de individuos de cada una de ellas, los incendios forestales catastróficos que lo arrasan todo, favorecidos por el descenso continuado de la humedad relativa del aire y el agravamiento de la sequía estival, el descenso de las cosechas, el desabastecimiento del agua potable en cada vez más ciudades y poblaciones de casi todos los países así como muchos problemas similares más.

La reducción continuada de las superficies boscosas y arboladas es consecuencia, principalmente, de la multiplicación de las áreas, progresivamente colosales, destinadas a la agricultura industrial que abastece a las megalópolis. Estas aumentan debido a que son el espacio físico en que se asienta y organiza en cada país el ente estatal, así como las grandes firmas y empresas multinacionales capitalistas. El crecimiento descomunal del poder de los Estados y del gran capital que ha tenido lugar en los últimos decenios explica el actual auge maligno de las megalópolis en todo el planeta y, por tanto, de la negatividad de la agricultura y ganadería que las abastecen, cuyo fundamento, y a la vez consecuencia, es la destrucción de los bosques, la deforestación.

Particularmente afectada está siendo la cuenca del Mediterráneo, en especial Grecia, Italia, Turquía, Argelia, Libia, Marruecos y España, donde llueve cada vez menos y con cada vez peor calidad, y donde la flora silvestre, árboles, arbustos y hierbas, desaparece, con ríos que dejan de correr, lagos que se secan, acuíferos que se vacían y numerosas urbes y poblaciones con restricciones en el consumo casero de agua. Además, hay inundaciones de una gravedad nunca conocida, olas de calor aterradoras e incendios incontrolables. Todo lo cual está reduciendo el volumen de las cosechas de cereales, aceite de oliva, etc. Los gobiernos de varios de esos países han decidido que van a producir agua para el consumo humano a partir de instalaciones industriales desalinizadoras, en algún caso energéticamente abastecidas por centrales nucleares…

Los expertos en meteorología deben explicar por qué están reduciéndose dramáticamente las lluvias en toda la cuenca del Mediterráneo a pesar de que las altas temperaturas actuales del agua de este mar ocasionan una evaporación descomunal, que debería causar, en principio, un aumento significativo de las precipitaciones en su litoral y aledaños. Que eso no esté sucediendo parece confirmar el argumento de que las masas de arbolado resultan ser imprescindibles para que tengan lugar las lluvias.

Únicamente una orla de vegetación autóctona arbórea y arbustiva, que cubra toda la franja costera mediterránea, hasta 60-80 kilómetros tierra adentro, puede estabilizar estos territorios, evitando que se degraden a simple continuidad del desierto del Sahara. Pero esto es imposible de realizar bajo el actual orden, también porque en la actualidad lo principal de los recursos materiales están destinados a la guerra contra las superpotencias rivales. En nuestro caso, la Unión Europea, como parte de la OTAN, contra Rusia-China.

No es sólo la cuenca mediterránea la que padece aberraciones climáticas. En el sur de Asia el sistema monzónico está degenerando y desintegrándose, de manera que son cada vez más los años en que la temporada de lluvias, el verano, no tiene lugar o lo hace con precipitaciones mínimas, sin que falten otros años de precipitaciones muy excesivas e inundaciones descomunales. Como consecuencia, la sequía azota a los países de la zona, sobre todo a la India, entregada a un desarrollo capitalista acelerado, de una notable zafiedad e inmoralidad, que está dando al traste con la mayor parte de su superficie forestal. Por ello, la mayor parte del agua de ese país para el consumo humano está altamente contaminada con productos químicos y metales pesados, a la vez que la cosecha de arroz y otros cultivos básicos menguan por la sequía.

Todos los sistemas monzónicos de las áreas tropicales o subtropicales, también los de América, África, Australia y Oceanía, se están viniendo abajo. Estremece pensar en sus consecuencias, disminución de las cosechas, falta de agua potable, desertificación, hambrunas, etc.

En los países templados las olas de calor y la escasez de lluvias también se dan. Es el caso de Canadá, que se está desecando, el Medio Oeste de EEUU, Méjico, casi toda China, extensas áreas de Rusia, buena parte de Irán, grandes porciones de Alemania, Francia, Suecia, Polonia, Rumania y otros países europeos. En África, el Sahel se está quedando sin población, además de sin ganados, sin flora y sin fauna silvestre, pues ha dejado de llover regularmente hace ya varios decenios, al mismo tiempo que padece inundaciones trágicas.

Brasil, por causa de la explotación despiadada de la selva amazónica con deforestación sistémica, ha entrado en el ciclo infernal de las sequias de larga duración, las olas de calor exterminadoras, las inundaciones devastadoras y los incendios forestales descomunales, anomalías que se extienden a los demás países de la zona, Argentina, Colombia, etc. En Centroamérica, el canal de Panamá sólo puede prestar servicios mínimos porque le falta agua debido a la sequía pertinaz.

El fenómeno mundial conocido como la “desaparición de los ríos”, porque se secan, o semi secan, explica bien lo trágico de la situación y la necesidad de comprometerse y pasar a la acción.

Las explicaciones patrañeras

La argumentación oficial niega que la causa de las múltiples y cada vez más graves anomalías climáticas e hídricas se deban a la pérdida de la cubierta arbórea, culpando de ello al gas dióxido de carbono, producido por el uso masivo de los combustibles fósiles, que ocasiona lo que denominan “efecto invernadero”, supuestamente originador del “calentamiento global”.

Tal aserción no tiene fundamento experiencial, fáctico, siendo una mera proyección, o cálculo, por ordenador, carente de capacidad probatoria, por tanto, de verdad. El actual incremento del dióxido de carbono atmosférico en relación con la fase preindustrial es reducido, y por su pequeñez no puede ser causa de nada importante. Dicho gas ha existido en la atmósfera en cantidades extraordinariamente variables durante los pasados tiempos geológicos, lo que no ha afectado a los cambios termométricos en el planeta. Los hechos muestran que no es el calor el originador de la sequía, sino que la fatal reducción de las precipitaciones es la causa número uno de las olas de calor. Si fuese el aumento de las temperaturas el elemento causal primero, estaríamos, en el caso de la península Ibérica, con un clima tropical, de muchas lluvias y elevada humedad, pero no es así, pues aquél está evolucionando hacia el propio de los desiertos. La experiencia humana milenaria, así como la sana sabiduría popular, enseña que la destrucción de los bosques ocasiona sequía, con desaparición de manantiales y corrientes de agua, lo que produce un aumento de las temperaturas tanto como una desestabilización general de las condiciones atmosféricas. Al mismo tiempo, la reforestación masiva en áreas desérticas, como se está realizando en ciertos lugares de Australia, Brasil, etc., hace que vuelvan las lluvias, retornen a manar los manantiales y reaparezcan los arroyos, con la consiguiente mengua termométrica, pues, como afirma el dicho popular, “el agua refresca el ambiente”.

Un estudioso de la materia sintetiza el asunto con una frase tan lapidaria como llena de verdad, “la transpiración de las plantas resta calor al medio”, por lo que la reducción de aquéllas a muy poco por la deforestación general explica el “calentamiento global” que torticeramente invoca la propaganda oficial.

La teorética sobre el “efecto invernadero”, promovida por los Estados y sus bien remunerados agentes, los ecologistas, se propone cinco objetivos. Uno, usarla como argumento para justificar las “energías renovables” contra la opinión y el deseo de la gran mayoría de la población, que rechaza aerogeneradores y placas solares, destructoras de montes, bosques y árboles. Dos, ocultar que la catástrofe climática en curso es debida a la deforestación extrema que ocasiona el sistema político y económico vigente, estatal y grancapitalista. Tres, la Unión Europea está llenando el Viejo Continente de los ecocidas chirimbolos de las “energías renovables” para alcanzar un cierto grado de autonomía energética como superpotencia imperialista, en su actual pugna con Rusia-China, no para corregir el “cambio climático”. Cuatro, aquella teorética oculta implícitamente que las instituciones estatales y de la UE no estén haciendo nada, nada absolutamente, para forestar con especies autóctonas. Cinco, con tales falacias, los poderes tiránicos constituidos se proponen calmar la inquietud y el temor, justificados, de millones de personas, que padecen las aberraciones climáticas e hídricas.

Lo más grave es que, desactivada la opinión pública por tales monsergas, nada se está haciendo para remediar las causas del mal forestando, de modo que la catástrofe en curso llegará a su cénit en no mucho tiempo, caso de no haber una intervención popular revolucionaria.

Hay que insistir en que lo árboles son los promotores decisivos de las lluvias y agentes categóricos de que la humedad relativa del aire se mantenga elevada, mitigando las temperaturas y contrarrestando el riesgo de incendios de los montes. Por eso se usa la expresión “bosque pluvial”, que es redundante, pues todo bosque lo es, ya que cualquier masa arbórea resulta ser generadora de agua y humedad, en consecuencia, de frescor. Al mismo tiempo, equilibra las temperaturas inverno/verano y día/noche, reduce la fuerza del viento, por tanto, de las tormentas y los huracanes y evita las lluvias torrenciales, así pues, las inundaciones. Su ausencia, o escasez extrema, explica las terroríficas olas de calor que padecemos desde hace decenios. Es la sequedad la que ocasiona las altas temperaturas, y no viceversa.

Una consecuencia resultante, ya citada, es la disminución de las cosechas. Cada año son más los países que pasan de ser exportadores de alimentos básicos a importadores, pues el caos climático inducido origina continuas reducciones en los rendimientos de la agricultura y la ganadería. Pronto apenas quedarán países con capacidad de exportar alimentos, lo que nos está trasladando a un escenario planetario muy preocupante, para algunos apocalíptico. Tal resulta ser la consecuencia de la agricultura capitalista, que es una lastimosa chapuza y una inmensa maldad.

Esto demanda la sustitución del capitalismo agropecuario por una agricultura comunal.


EL PROYECTO ARRENDAJO COMO PRÁCTICA

 

Realizar el PROYECTO ARRENDAJO requiere comprometerse en una variedad de actividades. No se reduce a recoger y sembrar bellotas.

Difusión y comunicación para la concienciación

               Difundir el ideario, programa y fundamentos del PROYECTO ARRENDAJO es imprescindible, una tarea extraordinariamente importante. Por todos los medios disponibles, artículos, videos, audios, conferencias, redes sociales, carteles, libros, prensa local, comarcal y provincial, televisiones, etc.

               Eso necesita que cada persona comprometida lo estudie, para que logre exponerlo y explicarlo con rigor y fidelidad.

               El objetivo es llegar a toda la sociedad, mostrando que los grandes problemas los puede resolver por sí misma la gente común, sin necesidad de apoyaturas institucionales.

Asociación y organización

La actuación colectiva suele ser más eficaz que la individual, Conviene, por tanto, formar estructuras grupales para realizar las tareas de forestación. En su día, sería apropiado formalizar esto, con una asamblea fundacional del PROYECTO ARRENDAJO en tanto que asociación, para elaborar una declaración de objetivos, unos estatutos y elegir una junta directiva.

Mientras, establecer grupos para realizar las tareas globales de la forestación es lo apropiado. Particularmente, para la acción desde las ciudades, bastante más difícil y costosa, el trabajo en equipo es básico. Conviene, por tanto, promover la incorporación de personas y grupos a las tareas de forestación, constituyendo equipos estables que tengan vida asociativa regular.

Recogida y siembra de las bellotas

Hay que fijar dos cuestiones, previamente, dónde se van a recoger y en qué lugares se van a sembrar. El PROYECTO ARRENDAJO llama a que cada persona recolecte unos diez kilos, que ha de sembrar luego. Al hacerlo tiene que fijarse en que no estén parasitadas, desechando aquéllas que tengan en la corteza el agujero del parásito. Para diferenciar las sanas de las vanas se pueden colocar en un cubo con agua, tirando las que flotan. Si se van a guardar más de unos días hay que ponerlas a secar, pues de no hacerlo se pudren, lo mismo si se recogen húmedas.

Los lugares donde hacer la siembra deben ser, en primer lugar, las tierras comunales. También, los bosques de quercus con escasa densidad del arbolado, los pinares de repoblación o de pino resinero abandonados, los bordes de los caminos, los pastizales sin uso, la orilla de torrentes y otros cursos de agua, las tierras municipales, etc. Con autorización del dueño, también en terrenos de propiedad particular.

En zonas montuosas, cerros y similares, conviene sembrar en los lados norte y este, nunca en la vertiente sur y casi nunca en la oeste, pues el calor del sol secará las plántulas en el próximo estío. Hay que estudiar los matorrales, peñascos, copas de los pinos, etc. para que puedan dar sombra a la plántula en los días de verano, sembrando las bellotas en el lugar apropiado.

La operación de la siembra consiste en realizar, con algún objeto afilado, de estaca o metal, un agujero en el suelo de unos cinco centímetros de profundidad y otros tantos de diámetro, donde se colocarán dos bellotas, cubriéndolas a continuación con la tierra previamente removida, y apretando luego ésta con una pisada. La distancia entre cada hoyo de plantación debe ser de unos seis metros.

Es importante dar a conocer todo lo que se realice en este ámbito, grabando videos, escribiendo artículos, informando en las redes sociales, etc. Será útil que tales materiales informativos se hagan llegar a la Asociación del Común.

De las bellotas sembradas, sólo una pequeña proporción llega a convertirse en plántulas de quercus con cinco años de vida, dado lo hostil del clima y las pésimas condiciones edáficas, quizá solo el 10%-15%. A partir de los cinco años su transformación en árbol maduro y productivo a su vez de bellotas queda asegurada en una elevada proporción.

Tareas de debate y crítica

No basta con recolectar y sembrar, se requiere comunicar y dar a conocer, debatir y difundir, criticar e incluso denunciar. Además de la enunciación sobre el “efecto invernadero” es necesario refutar otras interpretaciones que tampoco admiten la decisiva responsabilidad en lo que está sucediendo de la sociedad asentada en megalópolis monstruosas y, como consecuencia, en la agricultura industrial, esto es, en el férreo dominio del ente estatal y el gran capital. Tales formulaciones, en el aspecto práctico, niegan la tarea de forestar y arbolar.

Es el caso de la extrema derecha conspiracionista, cuyo origen son los aparatos de contrainsurgencia de EEUU, la CIA principalmente, que necesitan exculpar al Estado-capital de lo que está sucediendo. Está, igualmente, la teorética sobre la “regulación” del capitalismo por el Estado, como remedio a todos los males medioambientales, que es la versión propia del ecologismo ecocida. No hay que olvidar la crítica del decrecimiento, o proyecto para “salvar al planeta con el capitalismo dentro”, todo un sinsentido.

 Lo mismo cabe decir de las doctrinas colapsistas, que lo esperan todo de la intervención de los entes estatales, una vez que éstos hayan “comprendido” que se avecina una catástrofe. Es una suposición infundada, pues los imperios y los Estados, a lo largo de la historia siempre han escogido, implícitamente, su ruina antes que renunciar a dejar de ser lo que son, a saber, monstruosos entes de poder que ansían siempre más poder, sean cuales sean las consecuencias.

Hay que promover, por tanto, actividades de debate, controversia y critica, como procedimientos imprescindibles para que el ideario y metas del PROYECTO ARRENDAJO tomen cuerpo, penetren en la gente y muevan al compromiso y a la acción.

Actividades de investigación y análisis

En estas materias se requiere un permanente trabajo de investigación, sobre la base de la observación, la práctica y la experiencia. El PROYECTO ARRENDAJO desea apoyar y promover lo que se haga al respecto.


CONCLUSIONES

El escenario mundial originado por la expansión del grancapitalismo y la intervención estatal en la agricultura es sobremanera inquietante. En un primer análisis, parece que la humanidad se encamina hacia un desastre, habiendo escaso margen para el optimismo. Pero todo ello, con ser cierto y ser tremendo, significa al mismo tiempo que el sistema político, económico y social vigente, marcha hacia su autodestrucción, lo que se concretaría en la constitución de una situación revolucionaria en desarrollo a escala planetaria.

Ahí está una gran oportunidad para una transformación total, una revolución integral, por tanto, para una recuperación de los bosques, el clima y el régimen de lluvias.

El futuro, concebido de una manera positiva y estimulante, tiene que ser el de una sociedad comunal. Esto es, con democracia directa, derecho consuetudinario, ayuda mutua, trabajo libre, ausencia de ciudades, agricultura mínima, pueblo en armas, cultura popular, libertades reales, moralidad integral, virtud cívica, erotismo demográficamente activo, virtud personal y ser humano reconstruido.

Así, con razonable esperanza, prudente optimismo y fundamentada fe en el futuro, aunque sin negar la carga colosal de negatividad y malignidad existente, ponemos punto final a esta Guía.

 

        Asociación del Común, otoño de 2024.

ANEXO BIBLIOGRÁFICO

“Naturaleza, ruralidad y civilización”, Félix Rodrigo Mora.

“El libro del agua”, Alick Bartholomew

“Las “malas hierbas” y el proyecto de una nueva civilización”, Félix Rodrigo Mora, en PDF

“¿Revolución integral o decrecimiento?”, Félix Rodrigo Mora

“Árboles de Junta y Concejo. Las raíces de la comunidad”, Ignacio Abella

“Introducción a la cultura de la ruralidad. La bellota y otros asuntos”, Félix Rodrigo Mora, en PDF.

“El comunal”, Félix Rodrigo Mora

“El hambre que viene. La crisis alimentaria y sus consecuencias”, Paul Roberts.

“Manual para una revolución integral comunal”, Félix Rodrigo Mora

 

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